martes, 22 de diciembre de 2015

JOSÉ LUIS GARCÍA MARTÍN, Presente continuo (2011-2015), Ed. Impronta, 2015.




Una invitación serena y otoñal es lo que nos propone con su Presente continuo el poeta y crítico literario J.L. García Martín. Nos llama a resucitar sus mismas palabras. Nos invita, en un alarde de generosidad, a apropiarnos de sus poemas con entera libertad, cortando o retocando si fuese necesario. No puede hacer otra cosa el buen lector con cualquier poema porque leyendo versos ajenos actualiza, asume y amplifica una experiencia; los versos son "un traje vacío hasta que el lector lo hace suyo", insiste su autor con desapego. Quizás por esta razón comienza J.L. García Martín su libro (no puede ser de otra manera) con Lucidez, un poema de iluminación (casi un soneto en verso blanco) de calma y renuncia, y termina significativamente con un Cerrar los ojos, un poema donde la postrera sombra no es desafiada, sino asumida con ánimo sosegado, constatación de la volatilidad de lo vivido, porque posesiones, amor, amistad y conocimientos, al fin, son sólo humo.

En este ámbito trascendente y conociendo al autor, las referencias clásicas y la imaginería mística no pueden dejar de ser abundantes y características. Un solo ejemplo nos vale: La calma que sucede a la catarsis en Dentro de mí (p.50):


Recorro la ciudad conmigo al lado

En busca del veneno que me sana

Y hay una voz  que llama, tan temprana,

Dentro y no fuera, libre en su cercado.



Dentro de mí un día me he perdido

Y me he encontrado en el silencio eterno

Que fresco mana en fontana pura



Todo es presente ya, todo es olvido,…



En Otro soneto de los opuestos (p. 37) ya encontramos esa misma tensión con una acumulación de paradojas semejante y sonoridad clásica: 

"Sólo he vivido lo que no he vivido

y amado a quien no amé de ningún modo.

En mis manos vacías tuve todo

y solo tengo aquello que he perdido"



 Este juego de contrastes y antítesis redundan en el intento de comunicar una experiencia inexpresable ("veneno que me sana",  libre en su cercado", "es presente... es olvido"...)  y sin embargo común a todos los mortales, esto es,  la consciencia del presente que vivimos y que da nombre al libro. El siguiente soneto, "Odio y amo", retoma la imagen del paradójico veneno para plantear una enigmática adivinanza huérfana de razones.  El dolor de la pérdida se compensa por la constatación de saberse vivo ("Sólo se tiene lo que se ha perdido"):  Se concluye que "solo existe el presente" (p78), saberse, sentirse y reconocerse contradictoria y fugazmente vivo.

Aunque el autor afirma que los poemas agrupados en el presente volumen tienen como único hilo conductor el haber sido publicados por separado en un diario generalista,  encontramos un factor común: ilustran un proceso de despojamiento, casi una ascesis, ya anunciada en la introducción, "Al servicio de quien me quiera".

De la misma manera que en su fondo, como ya se ha reseñado anteriormente, podemos percibir en este libro cierta "ateológica" (sic. p.8) ascesis, en lo formal también encontramos un ejercicio severo, la voluntad de ajustarse a una métrica esencial. Sonetos y más específicamente, paremias, aforismos, greguerías y haikus, algunos como auténticas fotografías o instantáneas, exigen también una disciplina "despojadora". Algunos ejemplos de estos poemas más esenciales y breves:

Juegan al ajedrez, el blanco con las negras,

el negro con las blancas, en un rincón del parque.          (New York, New York, Ajedrez,  p. 21)



Solos, muy solos beben en la noche

Sombrero y gabardina bajo el neón de Hooper.                                  (New York, New York, Retraso, p. 23)



Cómo te admiro, joven solitario,

que sueñas aún con ser César o nada.                                       (París de dos en dos, Café La Rotonde, p. 41)



Entre el fango que arrastran turbias aguas

el cadáver del día y un paraguas                                                 (París de dos en dos, Tormenta, p. 44)



Mi vida es esto.

Un puñado de arena.

Y sopla el tiempo.                                                                                   (Haikus de Aldeanueva,  Arena, p. 82)



Ahí está siempre,

donde juegan los niños,

el paraíso                                                                                                    (Haikus de Aldeanueva,  Juego, p. 85)



Da vueltas y más vueltas en el aire,

arrugado papel que se cree arcángel.                                      (En breve, Arcángel, p. 97)



El poema breve (y más, con vocación fotográfica), ya sea haiku, aforismo, greguería sorprendente, frase lapidaria, sentencia, aparecen en todo el libro y, a menudo, reflexionan sobre el tiempo:  Inscripciones  (p.26), Campoamor relee a Machado (p27), Paseos por Roma, en tercetos blancos, (p. 53 y ss.), En el silencio de la biblioteca (p. 64), A Venezia, en cuartetos blancos, (p. 70). La brevedad de estos poemas, auténticas fotos poéticas, atrapa los instantes que llamamos presente.

Los ejes geográficos entre los que se mueve el poemario, (Avilés p. 80; Aldeanueva p. 82: New York, p. 17; "París de dos en dos" p. 38; Paseos por Roma, p. 53;  Lisboa,  Miradouro de Sta. Luzia, p. 68;  Café "A Brasileira", p. 68; A Venecia, p. 70) entre el decadentismo y lo cosmopolita, el diario y el aforismo o la greguería, trazan una evocadora guía intelectual y sentimental en su búsqueda del detalle esencial, del sentido auténtico de todo aquello que normalmente pasa inadvertido al turista o al visitante ocasional.

Encuentro, sin embargo, un reparo en el apéndice final: Aunque sorprendente y novelesca en sus circunstancias,  las versiones de los poemas de Norma Jeane Mortenson parecen una adenda  excesivamente artificiosa y ajena a la virtud y a la línea del libro. Quizás hubiese deseado, tras la interesante introducción, que todo el apéndice fuese una ficción poética, una excusa (al estilo de Pessoa) para introducir una heteronimia más..., aunque aún ahora me planteo si será todo una traducción o una pura invención de J. L. García Martín.

En fin, más que un otoñal lamento por los días vividos, encontramos en estos versos la serena constatación de la profunda transcendencia del presente.

sábado, 7 de noviembre de 2015

CÉSAR ANTONIO MOLINA, UN GESTO ANTERIOR AL "FLASH"






Actualización de la recensión publicada en Cuadernos de cultura, Voz de Galicia, 9-04-1987



No conocer en 1987 el itinerario poético de César Antonio Molina (A Coruña, 1952) suponía, sin lugar a dudas, ignorar uno de los caminos más profundos de la poesía actual española. Su fecunda obra poética, con la que construye un denso viaje iniciático a través de las raíces del hombre actual, su cultura, sus miedos y obsesiones, desde Épica, 1974, hasta La estancia saqueada, 1983, constituye una de las aportaciones más originales de la llamada generación novísima. Había llegado a mis manos en aquel año Últimas horas en Lisca Blanca, su tercer poemario, publicado ya en 1979, y no pude dejar de pensar en sus versos.  Las magistrales clases sobre poesía contemporánea de Yolanda Novo Villaverde en la Universidad de Santiago de Compostela coincidieron con aquel interés y seguí leyendo su obra,  Épica 1974, Derivas 1987, La estancia saqueada, 1983, O fin de Fisterra, recopilados en Las ruinas del mundo 1991, (Anthropos) aumentando mi interés hasta hoy.

Sus poemas parecen partir del rechazo de la omnipresencia del yo lírico en el estático poema tradicional y del rechazo de los excesos de modas y lirismos vacíos, de ahí que adquiera su poesía algunas de las peculiaridades con las que Julio López (Poesía épica española, antología, 1950-1980, Eds. Libertarias, 1982) definía el estilo o tendencia "épica": mitificación evocadora, reconocimiento del carácter ficticio del poema, recreación prácticamente escenográfica de mundos externos al hablante lírico, narratividad no exenta de lirismo, etc..

Pero el auténtico origen de la poesía de César Antonio Molina está en la constatación de la paradójica convivencia de técnica y fondo cultural en un mundo que ni desea renunciar a su pasado ni sabe conservarlo, inmerso como está, en un desarrollo aparentemente caótico y apresurado. Fruto de esta contradicción nacen las referencias al olvido, y al caos, las imágenes casi oníricas, marcadas por anacronismos, demostración del saqueo al que sometemos las reliquias del pasado: "el cromlech cargado de graffitis", "condenados a morir de frío ... como un país que ... ya no tiene leyendas que espantar, ruinas para la lapidación, ni raíles donde practicar las ordalías.." (La estancia saqueada pp. 50, 39). Más explícitamente, el propio César Antonio lo expresa así: "Los templos se salvaron de las presas artificiales trasladándolos de lugar, mientras esos espacios sagrados se sumergían... El hombre moderno erigido en suplantador cambia los signos, los símbolos, el canon del misterio" (Afirma en: Florilegium, poesía última, de Jonh Rossel, Espasa-Calpe M. 1983)

De todo ello nace la obsesión del poeta por la reconstrucción arqueológica, la peregrinación en busca de paraísos perdidos, la evocación elegíaca de espacios pretéritos. Evocación esta que se deja sentir especialmente a través de una acertada imaginería que conjuga la concepción de la poesía como ficción, representación destinada a la celebración de los lugares sagrados, y la utilización de un estilo y un punto de vista cinematográficos. El cine conjuga caducidad y pervivencia, la fugacidad de la imagen en movimiento, la vida en su transcurso, y la necesidad de permanencia de la imagen captada en el celuloide, símbolo de la memoria. Este influjo del cine es especialmente rastreable y significativo en Últimas tardes en Lisca Blanca donde hace un uso magistral de acotaciones escénicas, enfoques, travellings líricos, fundidos... "Y la cámara resbalaba, tronzaba las mínimas posiciones" "Volvías la cabeza en el paisaje, en la charca, en el eucaliptus truncado, en la exclamación en la nube..."

Gracias a ese punto de vista se encadenan poesía y ficción, presente y pasado  en un profundo e inquieto itinerario ucrónico en el que no escasean, difuminadas entre entornos ficticios, alusiones a  la mitología, la historia y la filosofía, todo un vasto sector cultural condenado poco a poco al esoterismo y  sobre el que se reflexiona proyectando los fotogramas que construyen su enriquecedora cosmovisión alrededor del ser humano y su mundo. La obra entera de César Antonio Molina nos llega entonces como un conjunto coherente sembrado de pavesas que, a modo de guiños, orientan en el laberinto a un lector al que se le exige una total implicación.

Requiere mayor atención la poesía de César Antonio Molina que la que aquí le dedico. El poder de evocación, la puesta en escena cinematográfica, el símbolo de las profanaciones de los lugares sagrados, la fugacidad del mundo técnico, los paraísos perdidos y otros rasgos aquí esbozados son sólo algunos de los detalles del lúcido mester poético que este poeta encarna en su épica lucha contra el olvido que impone la   actualidad. Con sus propias palabras, en Últimas horas...: "Y al poeta qué le queda sino disponer la diadema, el collar y los pendientes de Sofía Engastrómeros antes del flash..."

            A Coruña 1987-2015

lunes, 2 de noviembre de 2015

J. SÁNCHEZ MENÉNDEZ, Mediodía en Kensington Park, Ed. Isla de Siltolá, Col, Tierra, 2015. LOS DIFUSOS LÍMITES DE LA POESÍA.


  Si algo caracteriza este poemario, cuarta entrega de la serie Fábula,  es la fusión de momentos, de lugares y de géneros literarios. Tiempos, los recordados y los vividos en su estancia londinense se mezclan, en un presente continuo, con lugares como Moguer, Puerto Real o Kensington en un rincón fantasmal de la conciencia; los géneros literarios como el aforismo, el diario o la lírica se funden en todas sus líneas. ¿Qué hace que este libro sea poesía? Si observamos con atención los rasgos de los géneros tradicionales, descubriremos que no se pueden caracterizar estrictamente por la aparición de un  narrador, del verso, del argumento, o de acotaciones. Lo que en el fondo los identifica es el especial tratamiento del tiempo que encontramos en cada género: Si  en la narrativa el tiempo de la ficción se resume en las cortas horas que precisa el lector para vivir la aventura y en el teatro se vuelven a presentar los minutos vividos ante la mirada espía del espectador tal cual fueron sucediendo; en la poesía, sin embargo, no nos queda otra posibilidad que ampliar los instantes fugazmente intuidos por el hablante poético expresados en breves y profundos versos que exigen reflexión, relectura, implicación, un "tempo" diferente que permita desdoblar todos los sentidos del poema. Resumen, representación y amplificación son la esencia de cada uno de los géneros. En este poemario podemos encontrar esa amplificación que caracteriza lo poético cuando la vivencia, fugaz o intuida, crece en una multitud de relaciones y referencias, a veces insospechadas, en un camino que sólo puede terminar el lector.

Desde el principio el lector extrañará la tradicional disposición versal y encontrará otros recursos rítmicos (autorreferencias, paralelismos, repeticiones de motivos...), pero no dejará de reconocer, entre pensamientos, aforismos, monólogos, sentencias y digresiones cercanas al diario,  la tonalidad lírica, la reflexión y la mirada más propia de la poesía.  Durante toda la lectura, detrás de los temas iluminados en cada poema (dios, soledad, tiempo, poesía), permanece en segundo plano, constante, la respuesta a la duda: sí, sin duda leemos poesía porque el texto amplifica la mirada del lector y amplía el significado de lo vivido.

La vocación del género del  diario es palpable desde el primer poema, la expresión en presente funde en un momento continuo las experiencias vividas y sus reflexiones, al modo de las Ensoñaciones de un paseante solitario, hilvanando promenades como un Rousseau soñador. El auténtico protagonista es la introspección.

La observación deviene en una auténtica vía purgativa: La desnudez, el dolor, la búsqueda de la luz centran a menudo las líneas de pensamiento:



Con las palabras se busca la verdad, ese veneno que diferencia al hombre de sí mismo (p.24)

Todos estamos solos. Te dije que la duración es una acción humilde (p.25) Caminar sin amor entre los hombres nos lleva a lo insensato (p.26)



Entre las especulaciones que desgrana nuestro viajero en aparente desorden, en contradictorias apariciones, como caóticas líneas de pensamiento podemos destacar como un auténtico eje de  comprensión la figura de dios, a veces figurado en su silencio, otras en su capricho, aunque siempre entendido como figura simbólica:



Fracasas y descubres que dios no está presente

Hay un dios en el mar que abusa de nosotros.  (p. 27)



Dios, siempre marcado con letra itálica, se desliza entre recuerdos y aforismos, muchos de ellos de vocación metapoética:



Los libros no se limpian, se devora, se leen.

En literatura todo lo imprevisible es prescindible. (p. 20)

las grandes obras nunca se acaban de leer.  (p. 23)



En algunos momentos estas expresiones centradas en la indagación de lo poético, se enlazan con otras que parecen identificar la labor del poeta con un sacerdocio:



Los poetas no acuden con galantería a las fiestas políticas

Los poetas se expulsan. (p. 21)

La palabra es el centro de la vida de dios, el músculo primero de la verdad sincera, de la poesía.. (p. 46)

La palabra es un mundo que hay que descubrir y debes estar solo.  (p.47)



Dios, desnudez, luz, la búsqueda de la palabra exacta se transforman en símbolos de raigambre juanramoniana:



Pienso en la luz como deseo la verdad. (p.55)

Es la palabra justa la que conduce al poeta por el camino de la esencia. (p.39)

Lo bueno de ser luz es la mirada. (p. 20)



Culmina este juego alegórico con el motivo omnipresente en todo el poemario y que le da nombre: el centro del parque, espacio simbólico, fusión de lugares vividos, altar en que la mirada se transforma, se comprende el cosmos o se emprende la exigente labor poética.



Aprendo de las personas que pueden enseñar, que han leído la esencia, que llegaron al bosque y, en su centro, descubrieron la luz y su silencio. Sin silencio no hay poesía... En el centro del parque todo se ve distinto  (p.48-49)



Más allá de la poesía cuya inefabilidad se expresa a través de líneas de pensamiento desordenadas que rozan lo caótico o la incoherencia, más allá de la poesía que trata de hablar de la poesía misma, más allá del ideal de pureza, encontramos  la poesía en la consciencia del momento, transcendiendo el tiempo, presente, pasado o futuro:



Las cosas de la vida se conocen si pronto sabré quién eras de verdad. Sin saber responder. Este último día del año o de mi vida se ha anclado a nuestros pies... (p. 36)

El alfabeto es la máquina del tiempo.. El desorden del tiempo, curiosa introducción (p.22)



La percepción del tiempo, en su anarquía, en su caos,  significa algo, transforma la comprensión de lo vivido y transforma también los lugares  (Kensington Park, Moguer, Puerto Real) en sólo uno:



Este parque infantil de donde nunca salgo. Saludo los recuerdos... El fin de este paseo es conocer al niño, es la transformación, la ola que nos mece y nos arrastra fuera.. (p.26)



Sin embargo, el auténtico protagonista del libro es la poesía, su esencia, sus límites, su vivencia:



El poema es un sueño que empieza a mediodía. (p. 60)



Una duna se mueve como lo hace un verso, sin premeditación. (p. 61)



La última imagen:



Siempre es mediodía en Kensington Park. Suele ocurrir de noche. La duna va avanzando por el centro del parque. (p.62)



El cierre del poemario sorprende en su contraste, como un fundido, una noche reflexiva. De la misma manera que en la imagen final encontramos fusionados lo onírico y lo real, también encontramos amalgamados durante todo el libro lo poético, lo aforístico y el diario, el tiempo pasado, el presente y el futuro, los lugares vividos (Puerto Real,  Londres o Moguer) en un espacio poemático o emocional, cuya finalidad ha sido indagar, explorar, inmerso en el caótico devenir de la mente,  los difusos límites de la poesía.

lunes, 12 de octubre de 2015

JOÃO LUÍS BARRETO GUIMARÃES, Você está aqui, Quetzal Editores, 2013


El viajero auténtico llega a confundir la partida con la llegada, porque su auténtico hogar, su nación, es el viaje mismo; por eso añoramos los pasos perdidos, los cansancios y los cuidados sufridos en estaciones, caminos y ciudades desconocidas. La paradoja del turista (una de las reflexiones que suscita la sorprendente realidad observada en el recorrido) se condensa en el extrañamiento que, a la vuelta, produce lo cotidiano. Una extrañeza en la que redunda la peculiar ruptura versal y los abruptos paréntesis reflexivos que abren un nuevo nivel de comprensión, una nueva línea de conciencia en cada poema de este libro. El viajero precisa perderse, más que localizarse, diga lo que diga el mapa turístico y su flecha indicadora (¿Vd. se encuentra aquí?) porque estamos ansiosos de novedad, de situaciones que nos obliguen a salir de lo acostumbrado, que nos obligan a encontrarnos. Supongo que es esa la razón por la que Você está aqui se estructura en dos partes: Partidas y Chegadas. Ambas partes encauzan al lector con sendas citas complementarias del poeta checo Miroslaw Holub en la extraña relación que la vida y el pensamiento plantea: "There's nothing in the mind that hasn't been in life" y "There's nothing in life that hasn't been in the mind" respectivamente.

Partidas, la primera parte, con poemas inspirados en diferentes y conocidos destinos turísticos, desarrolla diversos contrastes vividos, las pruebas de Odiseo. El tiempo y la poesía protagonizan este bloque de poemas:

"Não se vence por inteiro quando o
tempo é o inimigo"



En Praga "a impostura do pó ... inflacionaba em olvido o custo da antigüidade" y llega a la conclusión de que comerciar con libros antiguos es "cometer heresia contra o / preço do passado"

La visión de Siena conduce a una conclusión metapoética: "Para qué  então um poema senão para testemunhar cada minuto". Más adelante encontramos más reflexiones poéticas: "Quanto vale a história no mercado da poesía?" (A preto e branco p. 21) El poema que no consiguió inspirar Dublín (condensado en un espacio en blanco con extensa y fecunda cita a pie de página) demuestra el carácter depredador de la poesía porque "há cidades que resistem à predaçao dos poetas", por lo que se entiende que el poeta viaja a la caza de piezas poéticas y, por tanto, como cazador, puede ser víctima de su territorio.

En Frankfurt, cerrando la primera parte, el poeta se compara con un monje, ambos en perpetuo tránsito "ele para a eternidade. Eu para a vida efémera". Contradice de esta manera el canon poético que cifra en la creación la puerta del Parnaso eterno, pero ahonda en el valor de aquello que no es reproducible, de todo lo que no se puede conservar, de todo lo efímero.

Chegadas, la segunda parte, desarrolla las reflexiones de este Ulises a su vuelta: su cotidianidad ha sido recuperada, pero la observa de manera diferente (desafiado y desafiante, escondido, contrastado). Comienza con un magnífico poema, Bagagem perdida, que tiene como motivo un descubrimiento accidental:

E

quando encontras no bolso do casaco das viagens

pequenos papéis esquecidos pelo gesto de

os reteres? Nao o fazes por acaso. Investes

na epifanía de veres regressar à mao

uma entrada...



Ese pequeño descubrimiento esconde tras la sorpresa una evidencia: la ilusoria evasión de la mediocridad que supuso aquel viaje:

..lesto

a nivelar por baixo. Chegam-te

vindos do nada quando já nada esperavas

(assim é este país

quando tornas de viagem:)

estás no carrossel dos días e

nunca mais é a tua mala

(nunca mais é

a tua mala) nunca mais

é a tua mala.



Llegan tarde, olvidados, como el equipaje perdido, (el paraíso) como las ilusiones que sin embargo arrastramos en nuestra maleta.

Esta segunda parte, Chegadas, parece ser protagonizada por las abundantes paradojas, ironías y contrastes cotidianos que se iluminan en sus poemas:

La conversación nocturna entre hombres vanidosos es una excusa para volver irónicamente al tópico (Investigações sobre o poder)

La entrevista escolar ( A directora... p. 41) "desvela o que encerra o instante: tantos anos distraídos en uma coisa não mudou o afã..."

Verdadeiros inimigos (p. 42) marca el descubrimiento de la madurez: es imposible ser neutral "ha muito que trato por tu a dúvida e a inquietação".

La superstición de la que es objeto la "Anedota do Menino Jesus" (p.43) provoca la ironía: "Que atire a primeira pedra quem nunca partiu um vidro".

No son las únicas paradojas que se ilustran en este libro: Los eufemismos ocultan la crueldad cotidiana (Canção do gato neutro, p.44); la violencia machista transforma un cáncer en benevolente solución (História clínica, p. 45); la envidia ahoga los elogios (p. 46); el tiempo se sumerge en el limbo (p.47) "inmune à fadiga de ser eterno" cuando en fin de año el reloj de la torre se retrasa un minuto; o bien el tiempo se amalgama en su fugacidad ("Abro presentes aos pés da árvore de Carnaval" p. 49).

Se cierra el libro con una nueva paradoja, Bicicleta para o infinito, (remarcado ya en las primeras páginas de esta cuidada edición) el fecundo paseo en bicicleta estática, síntoma de una edad,  juventud perdida, símbolo de una aspiración diferente, más allá del tópico de la vida como viaje, homo-viator, otro afán vital: la poesía.

"pedalo atrás deste manuscrito

(escrevo

rasuro

reparo) a meus pés

outro infinito"

miércoles, 2 de septiembre de 2015

JUAN BONILLA, Hecho en falta (Poesía reunida) Visor, 2014, CONCEPTISMO PARA CAER DE BRUCES EN EL POEMA


Siempre he pensado que en la actualidad vivimos en un nuevo Barroco, en una crisis perenne, una duda constante entre la realidad y el sueño, lo verídico y lo virtual, la fe y la razón, el derroche y la austeridad.  El arte de hoy en día, en su caótica y diversa acumulación, refleja estos debates con la misma libertad con que los abordó en su siglo. Fuera del canon, aunque en esta misma marea de complejidades crecientes, sin prejuicios, irónico, con profundidad conceptista y demoledora, podemos disfrutar de la siempre sorprendente poesía de Juan Bonilla como una herramienta reveladora que desenmascara los excesos, los engaños y trampantojos de este neobarroco actual.


Hecho en falta antologa con nuevo criterio los poemas de J. Bonilla desde 1994 (Partes de guerra, Pre-textos) hasta  el 2009 (Cháchara, Ed Renacimiento) incluyendo algunos inéditos.  Aunque reformado en un solo volumen y escogidos sus poemas, se pueden rastrear durante la lectura diferentes bloques o líneas temáticas que se suceden en el siguiente orden:


- Los poemas que abordan el misterio de la propia identidad, el yo (El espía, p.11), la conciencia,  la autoexigencia (Cuanto sé de mí, p.14), a menudo afrontados con perspectiva paródica y crítica. Son reseñables las referencias a Gil de Biedma (Niño ciego p.22, No volveré a ser joven..., p. 28) y a Pessoa (Epitafio del enamorado, p.21 y Yo es otro, p.24).


- Los versos que plantean los grandes temas ontológicos, no sin concesiones al humor: Dios, (Epitafio del ateo, p.34),  la muerte, el sentido (Cháchara, p.37) y la paradoja de vivir (La caracola, p.76), la consciencia (La manzana del mago, p.65) el devenir y su nostalgia (Cádiz, p.42), la soledad (Anfield Stadium, p.48) o el amor y la comunicación (Pareja, p. 59). Entre ellos destacan los poemas que plantean la hipocresía de la sociedad de consumo (Fumar en Sarajevo, p.39 y Nadiuska, p.40).


- Las poesías que ahondan en la angustia (Niño que aguanta la risa p.93) el sentimiento de culpa (El hijo que no tuve, p.95) y el desamparo (Canción de auxilio, p.99) parecen cerrar de forma desesperanzada este bloque. La autocrítica o la parodia del yo que muestran los primeros poemas parece originar una línea que continúa con afán iconoclasta cuando J. Bonilla habla con  ironía de otras realidades como la patria (Denominación de origen: extranjero, p.45) o cuando redunda en el agnosticismo con que afronta la religión o la vida para llegar a este desesperanzado momento.


- Composiciones metapoéticas, donde se plantea la necesidad de una poesía que provoque sensaciones y reacciones,  (La ambición de Gottfried Benn, p.103 o Sueño de Maiakovski, p.105) la necesidad de una poesía impura (De todos y de nadie, p.108, con irónica cita de J.R. Jiménez).  Son abundantes las referencias literarias, desde Catulo a C. Peri Rossi, pasando por Lope, ...y no siempre inocentes: Un reclamo para la curiosidad.



Más allá de los temas planteados, lo que fascina en la obra de J. Bonilla son los procedimientos con que reformula estos asuntos  para sorprender al lector a través del juego conceptista. El pathos, la divina locura, el asombro, desvelan un conocimiento adormecido o meramente intuido en la mente de los lectores:



- Los registros populares, vulgares y escatológicos como las referencias a los cientos de pajas motivadas por las fantasías provocadas por Nadiuska (p. 40), expresiones como las que a continuación saco de contexto (A la mujer que últimamente patrocina sus pajas (p.119) que la verdad no es más que un periódico de Murcia (p.52), con la navaja de Okham quiero afeitarte el coño (p. 18) etc.) atrapan la atención y embarcan al lector dentro del ámbito coloquial del sentido común de lo cotidiano, de lo engañosamente superficial.



- La greguería:

En el tejado
                       la pelota embarcada
                                                                      sueña un partido        (p. 71)
Gracias por todos
                                   los años que me diste
                                                                      aquella noche             (p. 92)



- El epitafio siempre sorprendente:

Si alguien quiere escribir mi biografía
no hay nada más sencillo:
dispone de dos fechas solamente.                                                    (p.21)

Con  evidente mención a Pessoa:

Se depois de eu morrer, quiserem escrever a minha biografia,
Não há nada mais simples
Tem só duas datas — a da minha nascença e a da minha morte.
Entre uma e outra cousa todos os dias são meus...

Alberto Caeiro, en "Poemas Inconjuntos"



- Paradojas como la planteada en La Ouija (p.115) (Que se mueran los muertos... que no nos llenen más con su vacío). La aparente contradicción entre heroicidad y cotidianidad resuelta en Superhombre (p.61) o la que recuerda a Borges en La caracola (p.76) También podemos comentar las demoledoras paradojas que ahondan en el esfuerzo inútil de vivir: El viajero (p.44), Ventajas de la ficción (p.46) Benarés (p.53)



- Sarcasmo, humor negro o hiriente: En el poema En resumen (p.120) desgrana las desventajas de diferentes formas de suicidio para llegar a una conclusión Quizás mejor vivir, ¿no te parece? Armaos los unos a los otros llega a decir en Catolicismo (p.35). Encontramos abundantes casos de humor negro en los citados En resumen (p.120) La ouija (p.115) o cualquiera de los epitafios, pero lo más significativo puede encontrarse en las referencias  con que se ridiculiza a sí mismo, como en  Hai-ku, un síntoma más de su agnosticismo radical y de la perplejidad del artista ante el absurdo del mundo:

En todas partes esta sensación
de haberme presentado disfrazado a una fiesta de disfraces
que fue desconvocada sin que nadie me avisara.    (p.27)



- Esperpento: Entendiéndolo como deformación significativa con intención crítica podemos encontrarlo en Cordura de Dios.., (p.33) con la que transcribe la oración. Hay más ejemplos.



-Paronomasias, calambures...: Los juegos de palabras deforman sus referentes, encienden la inteligencia del lector, crean nuevos sentidos: Discogrescas (p.125), armaos los unos a los otros (p.35) Cartoon-piedra (p.46) om swet om (p. 30) L'amour la mugre (p. 87) y las conjugaciones de los verbos: vallejear, gildebiedmar o gamonear (p.125). Con intención iconoclasta: Dios es uno y estress (p.35) El mismo título del poemario (salvando la ortografía) plantea un interesante calambur autodegradante de oscura intención.



- La sorpresa pura e inesperada: La manzana del mago (p.65) es la exégesis de una epifanía; Última imagen de la destrucción (p.72) incluye un último detalle demoledor. Siempre espera el lector el último verso revelador que trastoca el sentido en cada una de las composiciones.



- Detallismo exagerado: Los poemas Oferta de empleo (p.73) y Cuanto sé de mí (p.14) en su inesperado pormenor declaradamente prosaico quizás ironizan sobre la sinceridad y la desnudez del poeta.



- La estética de lo cotidiano redunda en el recurso anterior: Oferta de empleo (p.73) En todas partes (p.12). Así se concluye que el mundo es una plantación de versos.



- Contrastes: En Misión de las estrellas (p. 82) se opone lo mejor y lo peor de la civilización a través del tamiz de un hablante con una mirada concreta y nada idealizadora. Este quería ser un poema de amor (p.88) relaciona las bolsas de basura como un indicio humorístico desmitificador. El Niño que se aguanta la risa (p.93) contrasta con la angustia del forense que descubre que ese cuerpo que ausculta es el suyo. Entre los contrastes más dramáticos y sorprendentes por las referencias situacionales o la cita de aquella actriz venida a menos encontramos Fumar en Sarajevo (p.38) y Nadiuska (p.40), en los que detalles cotidianos, ordinarios y escatológicos se funden con la superficialidad del consumismo y su cruel imperio.



- Fusión de tiempos, espacios o perspectivas. Con Los camiones (p. 60) se  funde el presente con el recuerdo;  con Noticia de sucesos (p.122) dos líneas, el privilegiado ciudadano y un emigrante desesperado, víctima y verdugo unidos en un absurdo crimen.



- Degradación hiperbólica: La Poética (p.102) transforma los versos en tos fingida que sólo busca oídos. Otro ejemplo lo tendríamos en las comparaciones degradantes o inverosímiles de Cromo ultraísta (p.11)

Es uno de esos días tan oscuros en los que los suicidas
no necesitan una carta para justificarse

Un muchacho
con cara de balón al poste en los minutos de descuento



- La paráfrasis sorprendente, la traición de algún tópico:

En De todos y de nadie (p.108) contradice a Juan Ramón Jiménez, traicionando el conocido poema con un vino primero oscura. Gil de Biedma es parafraseado en Niño ciego (p. 23)

que la vida no va en serio,

lo empezarás a comprender muy tarde

A Pessoa lo cita en el comentado Epitafio del enamorado (p.21) Maikovski (p.105) Catulo y otros poetas pueden ser rastreados también.

En cuanto a otros tópicos, por citar algunos, el del libro que salvarías en una isla desierta se soluciona brillantemente en Biblioteca (p.112), como también el de Blade Runner  (p.121) o el del Superhombre (p. 61)



- Referencias autocríticas y palinodias: Podemos encontrarlas en Balada baladí (p.118), prosonomasia que introduce una rima deliberadamente humorística con fondo,  La señora gorda (p.113), autoironía entre el poeta visceral y el acomodado y educado, y el palinódico Los poetas malditos (p.125)

Es imposible agotar el repertorio de recursos conceptistas, calambures, dilogías, deformaciones, ambigüedades, etc.. con  que J. Bonilla nos sorprende. Queden aquí reseñadas sólo estas pocas.



Hecho en falta desvela la poética de la inteligencia de J. Bonilla; descubre que el mundo es una plantación de versos (p.127): Merece la pena verlo desentrañado en sus páginas como una invitación para hacer la cosecha y desenmascararlo. Una poesía que, como soñaba Maiakovski, (p.105) sea útil y provoque reacciones, o como proponía Gottfried Benn proponga pronunciar una verdad intolerable (p.103) diciendo verdades como puños (p.106) en la fe de que hay cosas que el dinero no puede comprar (p.106). Esperemos que no cunda su silencio y que recupere esa fe.



la ciega confianza en que escribir
es un modo de engrandecer la vida
la confianza ciega en que vivir
no es nada si luego no sirve para caer de bruces
en un poema                                                                         (p. 126)